Aquí os dejo el primer capítulo de la primera historia que pretendo subir a esta página. La subiré poco a poco, sin prisas y sin plazos. Espero que eso no haga que dejéis de seguirla.
Esta historia la empecé hace un poco mas de dos años y no pude continuarla. Me deprimí mucho haciéndola y llegó a un punto en el que no sabía como continuarla. Creando la historia reflexioné demasiado sobre la vida y la muerte y al fina la dejé de lado para no volverme más loco de lo que aún estoy.
Sin más dilación os dejo con el primer capítulo. Es una edición revisada del que subí hace dos años. También he cambiado el título de la historia y el logo (que lo he hecho por cutre paint) Que la disfrutéis.
CAPITULO 1: FIN
Era el 2 de abril de 1995 en Manchester. Los días comenzaban a ser más largos. Las alergias, los distintos tonos de verdes y las flores adornaban los paseos donde comenzaban a aparecer parejas que se habían refugiado en casa durante los meses posteriores. Los pájaros volvían a entonar melodías suaves por un cielo cada vez más azul y menos opaco. La primavera había comenzado y prometía ser grandiosa. Sin embargo por desgracia no era primavera para todos. En una casa de las afueras, rodeada de jardines y bancos donde las personas crean sueños y futuros prometedores, vivía Anthony.
Tony estaba sentado en su sillón, como llevaba haciendo durante los últimos años. Su rutina consistía en mirar fijamente la pared que tenía enfrente. La pared tenía un reloj enorme en el centro que marcaba las 3:17 de la tarde mientras que la manecilla de los segundos hacía ese sonido tan molesto que evita que olvides lo rápido que pasa. Lo más importante de aquella pared no era el reloj, por supuesto que era otro factor el que hacía que la mirase con tanta admiración, factor que no era otro que 93 años de recuerdos.
Los recuerdos de una vida que estaba a punto de acabar. Tony suspiró con resignación recordando una vez más su vida en fragmentos. La vedad es que no se podía quejar de nada de lo que le había ocurrido. A los 27 años se había casado con la mujer más maravillosa del mundo, Sarah, que le hizo ser el hombre más afortunado de la tierra. Al recordar esto a Tony se le encogió el corazón y solo pudo morderse el labio al recordar su fallecimiento 10 años atrás. Siempre había querido morir el antes, era un pensamiento egoísta, pero quería ahorrarse todo el sufrimiento que le atormentaba desde entonces. Su consuelo residía en su propia muerte. No tardarían en llevárselo y volver a ver a su esposa… o… bueno… esperar que eso sea así. El miedo que le tenemos a la muerte es tan enorme porque no sabemos lo que hay después. Tony esperaba que pudiese ver a los suyos, a su padre, a su madre, a sus amigos, y sobre todo, a Sarah. Tenía tantas cosas que decirle, quería contarle cosas de su bisnieto que nació hace poco. Después de pensar en su bisnieto recordó la larga familia que Sarah y él habían creado. Se sentía orgulloso de pertenecer a ella, ambos se esforzaron en educar a sus hijos lo mejor que pudieron y también ayudaron a educar a sus nietos. La verdad es que tuvo una suerte enorme de que todos se convirtiesen en lo que son hoy en día.
Tras recordar todo esto emocionado, a Tony le comenzó a dar sueño. Eran aún las 15:43 y le faltaban unas horas para cenar y acostarse. Pronto vendría uno de sus nietos a visitarle y charlar con él como siempre. La verdad es que le apetecía tumbarse un rato y recordar todo aquello de una manera más gráfica en sus sueños. Fue despacio hasta su cama, se tumbó y cerró los ojos. Comenzó a recordar una canción muy famosa de cuando conoció a Sarah, la canción que más le reconfortaba en el mundo. Poco a poco se iba relajando, sus piernas se acomodaron tanto que parecían estar fusionadas con el colchón. Las manos encima de su vientre, notando levemente una respiración cada vez más entrecortada. En su cara, pese a tenerla relajada, dibujaba una sonrisa que a lo largo de los años de felicidad acumulados se había instalado en su rostro. Poco a poco su consciencia fue perdiéndose en sus sueños y comenzó a borrarse toda señal de ella. Tony poco a poco fue desapareciendo de allí gustosamente, preguntándose qué pasaría ahora, ahora que acababa todo.
Solo había algo más fuerte que su miedo en ese momento…. Su curiosidad.
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